El cuestionamiento del encierro, tan presente en los años setenta y noventa del siglo pasado apenas hoy ha sobrevivido. ¿Quién habla hoy de los presos? Quizá los jueces, los psiquiatras, los policías, los médicos, si acaso esas profesiones asociadas al asistencialismo. Poca gente y siempre profesionales, pero nunca los/as principales implicados/as: las propias personas encarceladas. Ante ello nuestra intención en principio parecía simple: devolverles la posibilidad de hacer pública su palabra. Pero ese paso tiene consecuencias, porque en la palabra de las personas recluidas está lo negado, lo abatido, y cuando esta palabra se expresa todo tiembla.