No hay ni una nube en el cielo, a las cinco de la tarde, y una carpa roja brilla y ondea llena de misterios. Una niña entra en la carpa de la mano de su madre. Dentro vuelan trapecistas y barritan elefantes, culebrean bailarines y saludan domadores. Y, mientras los payasos gritan su «¿Cómo están ustedes?», el funambulista comba la cuerda que lo sostiene.

Este circo es una tarde de magos y de chisteras, de tigres y de leones, de una niña feliz, con su madre alegre. Un carnaval donde aún quedan mil maravillas por verse. Baja conmigo a la pista, asómate si te atreves.