El tigre y la guitarra El imprevisto cruce entre el flamenco y la cultura samurái
David López Canales
Editorial: Pepitas de Calabaza
ISBN: 978-84-18998-33-1
Publicación: 2023
Nº de páginas: 200
Precio: 18,90 €.
El tigre y la guitarra es la historia de Yoichiro Yamada, un japonés que vino a España para ser guitarrista flamenco y jamás regresó a su país. Terminó abducido por dos mundos idílicos y en principio opuestos: el del flamenco que amaba y el de los samuráis de los que era descendiente. En su deriva no supo encontrar la salida a su propio laberinto. «¡Vuelve a casa!», le pedían sus amigos. Pero se negaba: no podía regresar porque no se había convertido en el guitarrista que soñó. El tigre y la guitarra nos habla del choque de universos paralelos, de pasiones y de obsesiones, pero también de hasta dónde nos arrastran nuestros pensamientos, del fracaso y de cómo los sueños que perseguimos pueden acabar persiguiéndonos.
David López Canales se obsesionó por la fascinante vida —por insólita y única— de Yoichiro Yamada hasta comprenderla para contarla como se merece: como la trágica historia de un hombre de honor y su viaje hacia la locura.
[...] Pero el flamenco, de ahí su belleza, de ahí el choque de Yamada, no se limita a la música. Es un mundo aparte en el que uno va conociendo capas y capas según profundiza. Como un explorador. Va encontrando los diferentes mundos que, además, encierra.
Su ceremonia, el modo en que se desarrollan los cantes, sobre todo en ese flamenco más antiguo y ortodoxo. La solemnidad de la puesta en escena, sobria, de cantaor y guitarristas sentados graves en las sillas de madera y mimbre como si aguardasen el paso de un cortejo fúnebre. También en cómo el cantaor va adentrándose en un repertorio que avanza hacia lo más introspectivo y profundo o en cómo hay palos densos y trágicos como la seguiriya que se entonan, fuera o dentro del escenario, avanzada ya la noche, cuando las sombras lo envuelven todo como una metáfora de la vida.
Una solemnidad y una ceremonia que son herencia del pasado ancestral que encierran su toque y su cante e hijas de la realidad dura de la que nació. Se reflejan en el respeto reverencial por su historia, por los grandes cantaores, como lo hacen también, sobre todo en las familias gitanas, en su forma de relacionarse, en la pirámide que se construye con los viejos arriba y la veneración ascendente como vapor que sube de las nuevas generaciones. Si un viejo habla, canta, toca o baila el resto escucha. Y eso no sucede ya en ningún otro sector de la sociedad. El flamenco es rito en un mundo que ha perdido los ritos. [...]