Crónica de un viaje (La Madeja nº 0)

crónica1Inés Herrero Riesgo

Si no recuerdo mal, comenzamos el viaje a las Jornadas Feministas Estatales, que se celebraban el año pasado en Granada, el día 4 de diciembre. Hicimos noche en Madrid y, al día siguiente, por la mañana temprano, emprendimos de nuevo el viaje para llegar a la hora de comer y, acto seguido, empezar a decidir y situarnos: a qué conferencias asistir, dónde se encontraban, quienes íbamos a qué, cuándo y dónde nos volveríamos a reunir, etc.

Para mí fue una de esas experiencias que, antes de vivirla, no lograba imaginar. Y tiendo a hacerlo, tiendo a pensar en cómo será un viaje, con qué me voy a encontrar, cómo me voy
a poder sentir –más o menos–, etc. Pero esta vez, fue imposible. Todo fue totalmente nuevo,
muchas sensaciones inéditas: mucho de lo que vi, de lo que oí, de lo que sentí, no es que no
lo hubiera podido pensar antes, es que no lo esperaba encontrar allí, así, de repente, todo junto y revuelto. Y supongo que eso fue lo que me impactó, lo que me enamoró, lo que me removió
por dentro. Necesité mucho tiempo para poder digerirlo… De hecho, aún estoy en proceso.

Para empezar, supongo que lo primero que ves, lo primero que se ve, son los cuerpos. Había
cientos de cuerpos, o mejor dicho, había miles, porque éramos alrededor de tres mil personas.
La inmensa mayoría mujeres, quiero decir, biomujeres –que nacemos con cuerpo de mujer,
que somos percibidas y reconocidas como tales–. Pero había otros que te dejaban con la duda… Y otros, pero muy, muy poquitos, eran biohombres. Estas dos palabrejas, y muchas más, se oían bastante: biomujeres, tecnomujeres, butch/femme, boys, trans

crónica2Fui consciente de la necesidad que tenemos siempre de saber y reconocer qué estamos viendo, o a quiénes estamos viendo.

A veces, me sorprendía a mí misma intentando etiquetar un cuerpo, mujer u hombre. Fui consciente de la necesidad que tenemos siempre de saber y reconocer qué estamos viendo, o a quiénes estamos viendo. Y fue en la conferencia de Platero, sobre las masculinidades de las biomujeres, donde se trató este tema de las representaciones de la masculinidad, y de cómo se tiende a asociarlo siempre con algo malo, como signo de perversión, que genera rechazo entre las mujeres y entre los hombres.

Por otro lado, el tema de los hombres, que no les dejaran inscribirse en las jornadas, me
decepcionó profundamente. Veo necesario que haya espacios sólo de mujeres, por y para
nosotras, pero también veo necesario que los haya para los hombres, y también que los haya mixtos, que los haya para los trans, para las lesbianas, etc. Pero no entiendo cómo vamos a cambiar la realidad social sin contar con la otra mitad del mundo, sin construir nuevas masculinidades.

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Para mí fue una de esas experiencias que, antes de vivirla, no lograba imaginar.

A lo largo de los tres días hubo muchas ponencias, mesas redondas y talleres (más de 130). Algunas ponencias, en aquellas donde se esperaba más concurrencia de gente, eran en el salón de actos, como, por ejemplo, la de Nosotras, «las malas mujeres». Debates feministas sobre la prostitución. A esa fui fundamentalmente porque no tenía muy clara mi posición acerca de este tema. Ya había escuchado en otra charla en Oviedo a Cristina Garaizabal –del colectivo Hetaira–, y me había gustado, me medio había convencido con su discurso. Pero, esta vez, que estaba acompañada de Dolores Juliano, me terminé de convencer. Salí de allí con un subidón enorme, pese al debate chungo que se había generado con las abolicionistas, pero con una idea muy reforzada a favor del sector pro-derechos.

Luego estaban las cervezas de después, o mejor, las tapas de Granada. Qué maravilla.
En los bares nos juntábamos, compartíamos y comentábamos las charlas, las opiniones,
reflexiones, etc.

crónica4Y para mí, ver por las calles, o en los bares o restaurantes, siempre a grupos de mujeres (inundábamos la ciudad) dialogando sobre feminismos, era lo mejor. Aún con todas nuestras diferencias, nos unía ese sentimiento de protesta, reivindicación, de ganas de ser escuchadas, de acabar con la discriminación y hacer más vivible nuestra sociedad.

Y no puede faltar un comentario a la manifestación del día 6. Fue la más grande –y con más fuerza– a la que he asistido en toda mi corta existencia, y posiblemente en mucho tiempo, lo seguirá siendo. Fuimos desde la Plaza del Triunfo hasta la de Marina Pineda –tardamos 2 horas tranquilamente–. Estábamos acompañadas por las charangas feministas y gritamos y cantamos frases como estas: «Vamos a quemar la conferencia episcopal, vamos a quemar la conferencia, por machista y patriarcal», «La talla 38 me oprime el chocho», «Somos guapas, somos listas, somos todas feministas», «Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por las calles granadinas», «Me gustan las peras, me gustan las manzanas, y en la cama me meto con quien me da la gana», «Ninguna agresión sin respuesta»

crónica5Después de vivir esos tres días tan intensos en las Jornadas, en los que prácticamente había visto y escuchado sólo a mujeres, el hecho de volver al mundo real y de simplemente salir a tomar un café y ver hombres, eso se me hacía extraño. Pero sobretodo se me hizo extraño y tardé en acostumbrarme –al menos un par de semanas– en concebir otra vez la heterosexualidad como lo normal, como la norma.

Entiendo que haya que dejar transcurrir un tiempo prudencial hasta un nuevo encuentro de esta magnitud, pero estaría muy bien hacer otras jornadas a nivel regional, o a nivel norte/sur, o este/oeste –me da igual el criterio que se siga–, y seguir creando espacios de encuentro y de diálogo, que creo que es lo más importante.

 

Jornadas Estatales Feministas 2009

Treinta años después, el último diciembre se celebraron en Granada las Jornadas Feministas
Estatales, organizadas por la Coordinadora Feminista y la Asamblea de Mujeres Mariana Pineda de Granada. En vista de los materiales entregados, las Jornadas fueron subvencionadas
por el Ministerio de Igualdad, el Instituto Andaluz de la Mujer, la Diputación de Granada, la
Universidad de Granada, la Universidad Internacional de Andalucía y el Ayuntamiento de Granada. Si bien, al parecer, contaron con un importante apoyo económico, debemos mencionar que la inscripción supuso un coste de 38€.

Como todo acto político, las Jornadas implicaron un espacio de diálogo, de apuestas, de interrogantes abiertos y por venir; pero también fue el escenario de algunos malentendidos,
como la participación de algunos hombres, a los que se les impidió la entrada una vez llegados
al recinto a recoger la acreditación. Además, es interesante comentar que las convocatorias a
los espacios en los que se elaboraron las conclusiones no fueron claramente
divulgadas.

Si bien acudieron a las Jornadas más de tres mil mujeres, muchas de ellas muy jóvenes –lo que significó una grata sorpresa–, la invisibilización de las Jornadas por parte de los medios, tanto locales como estatales, fue casi absoluta. Es cierto que tras una o dos semanas y a raíz de muchas quejas, finalmente se habló de ellas. Pero durante las Jornadas apenas apareció
una referencia en el diario Público. Nada en los periódicos granadinos tras una manifestación de más de tres mil personas que duró más de dos horas…

Podríamos decir que las temáticas propuestas por parte de la organización siguieron dos líneas
generales, por un lado, los debates en torno a las identidades (Identidades como ficciones, Devenires y Luchas Feministas, Cuerpos y Sexualidades, etc.) y por otro lado, por nombrarlos de alguna manera, los temas más «históricos » (Crisis, globalización y acción feminista y
Nuevas representaciones, nuevos contextos, etc.). Ciertos debates estuvieron presentes como temas transversales, tales como la diferenciación entre feminista histórica, feminista
sándwich, y feminista joven; la posibilidad de un feminismo «liberal» y «capitalista» o no, la
constante interrupción de las voces de aquellas «otras mujeres» que no son blancas, ni occidentales, que no se quieren amoldar y plantean interrogantes a los cánones
del feminismo occidental; entre otros. Seguramente debates que siguen –y seguirán– atravesando el feminismo.