Relato de un camino: una perspectiva feminista de las migraciones
Cuando decidimos que el tema central de este número fueran las migraciones, nos surgieron muchas preguntas: ¿qué significaba una mirada feminista de las migraciones?, ¿hablar sólo de la situación de las mujeres migrantes, del lugar que ocupamos en los procesos migratorios?, ¿o hablar también y particularmente de la situación de las mujeres migrantes?; ¿qué significaba para nosotras, mujeres feministas de aquí y de allí, el encuentro con otras mujeres?; ¿dónde queda la teoría?, ¿en qué medida nos ayuda a construir discursos y prácticas feministas acerca de las migraciones? En fin, ¿qué podíamos decir nosotras sobre las migraciones? Y sobre todo… ¿cómo íbamos a decirlo?
Las decisiones fueron tomadas colectivamente e implicaron, por ello, mucho tiempo de reflexión sobre las palabras, las perspectivas, los números – «a veces también importan»–, las tonalidades, etc. Hablar de las migraciones suponía hablar de los motivos macro, es decir, de las circunstancias políticoeconómicas que producen los procesos migratorios: se trata justamente del ciclo de (re)producción capitalista, pero no sólo de bienes de consumo para las personas, sino también de personas como bienes de consumo. La mirada que intentamos construir supone, para nosotras, un análisis crítico de la sociedad capitalista globalizada en la que vivimos, una sociedad en la que es necesaria la existencia de personas que, por no tener nada más que intercambiar, sólo tienen su propia vida, su fuerza de trabajo, con la que pagarán el precio necesario para la supervivencia. Denunciar esta realidad fue uno de los motivos que nos llevó a plantear este dossier.
Las palabras y los estilos: cambio de perspectivas…
Como pensamos que las palabras también construyen la realidad, decidimos hablar no sólo de inmigraciones, sino de migraciones. Este matiz nos permitía cambiar la perspectiva, dibujar cartografías no centralizadas –repitiendo historias, contando desde el centro lo que está en la periferia– desde las que abordaríamos los tránsitos geográficos en ambas direcciones: las inmigraciones siempre suponen emigraciones. Intentamos hacerlo desde una mirada histórica, geográfica y políticamente situada, es decir, asumiendo el contexto desde el que escribimos. Por ello, mayoritariamente, los textos giran alrededor de la realidad de las personas inmigrantes, es decir, de las circunstancias en las que viven en el Estado español. Pero también quisimos tener en cuenta el significado que tiene para ellas dejar su lugar de origen y el análisis de esas realidades previas. Se estableció de esta manera un laberinto de palabras cruzadas, frente a las que nos sentimos interpeladas. Pero… ¿cómo contaríamos esta pluralidad de enfoques?
Una vez más, la elección fue la diversidad de estilos. Las palabras, entonces, recorrieron espacios poéticos, académicos, periodísticos y también estadísticos. Digamos que intentamos construir esta mirada multifocalmente. Por ello, encontrarán en el dossier no sólo los análisis y reflexiones sobre los que vienen trabajando algunas compañeras, sino también, las observaciones e impresiones que otras tenemos de la experiencia de migrar. En este sentido, creemos que una mirada feminista implica pasar del análisis macropolítico a las historias particulares de quienes (so)portan estas realidades, porque sólo así es posible sentir, (re)conocernos en las mismas. Encarnar las historias impide desviar la mirada. Como dice Eva Martínez: «Cada día se hace más difícil –debe hacerse más difícil– continuar con nuestra vida cotidiana: caminar tranquilamente por las calles, tomarnos algo en un bar, coger un autobús, sabiendo que ese vendedor ambulante que nos ofrece películas en la plaza o en el bar puede ser detenido en cualquier momento o que subirse a un autobús puede significar un viaje directo al CIE para cualquiera que no tenga papeles»*.
Hablar desde una mirada feminista supone, por supuesto, hablar de mujeres, de quienes salen menos en los medios y las estadísticas. Hablar de mujeres es no sólo hablar de aquellas que llegan al Estado y que son invisibilizadas desde las estadísticas oficiales –por trabajar en el servicio doméstico, la prostitución y, en general, en los cuidados−, sino también, de las mujeres que se quedan allá, de aquellas compañeras –madres, hermanas, hijas mayores, tías, vecinas, etc.– que sostienen las migraciones de hombres y mujeres. Pero creemos, además, que pensar esta problemática desde una perspectiva feminista es también hablar de hombres: de sus propios caminos, de sus preguntas y dificultades, de sus situaciones; de cómo, a veces, también realizan trabajos de cuidados, no sólo como trabajos asalariados, sino también como modo de ocupar(se) de esas tareas que ya no pueden realizar las mujeres. ¿Supondrá esto cambios en los roles de género?
Los encuentros y las migraciones de los feminismos
Las migraciones producen encuentros y desencuentros inevitables. Encuentros de mujeres que venimos de latitudes, culturas, y realidades distintas; que hemos crecido de diferentes maneras y hemos, cada una, optado por un modo posible de hacer frente a nuestras circunstancias. En el encuentro, estas diferencias salen a la luz interpelando nuestras historias y reivindicaciones.
Se trata, entonces, de cómo nos encontramos, de qué hacemos, sentimos, sufrimos cuando estamos junto a otras. Los feminismos pueden y deben pensar acerca de estos encuentros con otras que nos traen su mundo al nuestro. Habrá que transmigrar en los saberes de aquí y de allá, inventando espacios que nos permitan seguir construyendo un modo posible de estar juntas.
* MARTÍNEZ, Eva (2010), «Prólogo» en Romero, Eduardo, Un deseo apasionado de trabajo más barato y servicial. Migraciones, fronteras y capitalismo, Oviedo, Editorial Cambalache.