África saqueada. La occidentalización y sus trampas

Álvarez Cobelas, Juan

Editorial: Queimada Ediciones

ISBN: 978.8485735778

Publicación:

Nº de páginas: 576

Precio: 20,00 €.

A modo de introducción diremos que este libro no es fruto de la última actualidad, sino de una reposada reflexión que ha durado ocho años y que tiene su origen en una tesis doctoral defendida en marzo del 2006 en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. He tratado de despojarla de su sesgo académico aunque no sé si lo he logrado, sobre todo en su aspecto jurídico, puesto que inevitablemente los dos objetos principales del libro: el Estado africano y las operaciones de mantenimiento de la paz, son construcciones jurídicas (además de otras muchas cosas). Que el lector no se asuste por la” sopa de letras” que encontrará; forma parte de la 'jerga' de Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales (hay un glosario de abreviaturas al inicio de la obra).

La llegada de pateras por parte de nuestros vecinos del sur ha llevado, de repente, a darnos cuenta de que España también, y sobre todo, tiene fronteras con Africa, además de ser un país africano (archipiélago canario, Ceuta y Melilla). Este hecho nos ha llevado a preguntarnos por las razones por las cuales los africanos subsaharianos emigran hacia Europa, en otras palabras, acerca de las causas que motivan el fracaso del Africa subsahariana en salir de su 'subdesarrollo político–económico'. Todas las respuestas están muy lejos de poder ser contestada por el autor de este libro (respuestas que, quizás, estén en manos de economistas o antropólogos), pero una de las causas más evidentes radica en el fracaso o incapacidad de los dirigentes africanos, tanto de los padres de la independencia como de sus sucesores, de construir Estados–Nación que hicieran la vida más soportable a sus habitantes y que no empujaran a éstos a la incierta aventura de subirse a un cayuco, o cruzar un desierto.

 

Este libro trata de eso, de averiguar cómo se llega al fracaso de un Estado (fenómeno no exclusivo del Africa subsahariana, basta con ver en qué ha devenido la mayoría de las repúblicas ex–soviéticas) y qué remedios o no, ha puesto la Comunidad Internacional para arreglar o aliviar tal tipo de situaciones. El lector notará la ausencia en el tratamiento de Guinea Ecuatorial. Se trata de un olvido consciente. Por haber sido nuestra única colonia subsahariana, merecería una aproximación y estudio propio que el que esto escribe se ve incapaz de realizar, además de necesitar un libro por sí mismo.

Comenzaremos, como lo hacen todos los libros, por una introducción. El fin de la Guerra Fría ha originado la aparición de una nueva realidad, el Estado "fallido"  desconocido hasta entonces por la Comunidad y el Derecho internacionales. Tal realidad ha supuesto una quiebra del principio

clásico de soberanía, a la vez que su remedio ha planteado nuevos desafíos a tales enfoques y disciplinas. Es por ello que a lo largo del libro intentaremos clarificar qué es un Estado y cuando entra en colapso o fracasa. La segunda parte estará dedicada a los esfuerzos doctrinales llevados a cabo por la Comunidad Internacional, a través de sus organizaciones internacionales para evitar o reparar ese fracaso o colapso. En la tercera parte estudiaremos los supuestos sobre los cuales la Comunidad Internacional ha intentado poner remedio, así como el éxito o fracaso que ha tenido en la implementación de ese esfuerzo teórico sobre el terreno.

En cuanto al concepto de Estado, en primer lugar aportaremos una definición 'legal' sobre lo que Naciones Unidas entiende por 'entidad territorial autónoma' (Estado) diferente de otras; evidentemente los textos en los que la Organización la definía se situaban en un contexto de descolonización...

Así las resoluciones 648 (VII) de 1952 y 742 (VIII) de 1953, nos remitirán a criterios voluntaristas o subjetivos, que casan difícilmente con la realidad africana: El hecho de contar con un progreso político suficiente para decidir por si mismos, o que la población pueda expresar libremente sus opiniones políticas, o bien que el territorio esté dotado de una jurisdicción propia, o siguiendo la segunda de las resoluciones, que el territorio del Estado cuente con  un derecho soberano a la defensa, con la libertad para escoger la forma de gobierno bajo el cual quieran sus habitantes conducirse políticamente, que goce de una libertad de interferencia externa y que cuente con capacidad para cumplir sus obligaciones internacionales, son criterios que claramente no podrían predicarse de algunos de los Estados que estudiaremos (por ejemplo Somalia, Sierra Leona, Liberia o República Democrática del Congo y los del arco del Sahel); Estados éstos a los que el Derecho Internacional, sin embargo, atribuye juridicidad y reconoce su soberanía.

Veremos a continuación las diferentes definiciones doctrinales acerca del colapso o los diferentes tipos de fracaso en los que puede caer un Estado:

Para algunos autores un Estado entrará en colapso cuando su situación interna es susceptible de poner en peligro la paz y seguridad de los Estados vecinos (Helman G. y Ratner S.), o cuando las autoridades políticas (o lo que quede de ellas) de su Estado son incapaces o carecen de la voluntad necesaria para hacer cumplir el contrato social entre gobernantes y gobernados (Gros J.).

Para alguno más, el Estado se colapsa cuando éste deja de proporcionar las funciones básicas (fisco, infraestructuras, sanidad, autoridad política para mantener la ley y orden) que toda comunidad política requiere y que debe ser proporcionada por sus dirigentes (Ali A. Mazrui); mientras que otros someten al Estado africano a un triple análisis: Análisis político, análisis histórico y análisis sociológico–weberiano, que no es otro que la pérdida del monopolio de la fuerza (Thu?rer, D.). En la doctrina española el profesor Remiro Brotons hace un examen descriptivo, mientras que el Comité Internacional de la Cruz Roja, valiéndose de la Convención de Montevideo, concluye que el Estado se convierte en "desintegrado" cuando pierde su tercer elemento constitutivo, que no es otro que el Gobierno.

El problema de estos análisis radica en que el éxito o fracaso, de un Estado se ha de evaluar mediante elementos todos inaprensibles (es decir, no susceptibles de medición cuantitativa), como serían, por ejemplo, la porción de territorio nacional que queda fuera del control del gobierno central (¿el 51 por ciento?), o cuántos ministerios han dejado de funcionar (¿la mitad más uno del Gabinete?), o cuántas corporaciones locales han pasado al enemigo; o, puestos en situaciones menos dramáticas pero más indicativas, qué grado de cumplimiento tiene la ley por parte de la población de ese Estado, o con qué grado de efectividad ese Estado ejerce su coacción (legítima o ilegítima) sobre sus ciudadanos, o hasta qué punto se cumplen las previsiones económicas de una cierta política presupuestaria, etc.