La "traslación" de la investigación a la práctica clínica es uno de los objetivos de las ciencias de la salud. Desde comienzos del siglo XXI, cerrar la brecha entre el trabajo de los equipos de investigación y el acceso a nuevas terapias para los pacientes se ha convertido en una prioridad. La investigación (TR) y la medicina traslacional (TM) siguen un itinerario claro: del laboratorio al paciente (from bench to bedside). Sin embargo, hay factores que condicionan la salud (edad, género, origen racial, etc.), la investigación biomédica no puede, no debe pasarlos por alto.

Por eso el "giro traslacional" ha entrado en otra etapa, impulsada por la creciente demanda de investigación con responsabilidad social (RRI). En Bioética traslacional este giro es presentado como un itinerario de ida y vuelta entre la investigación y las prácticas en el ámbito de la salud (con integridad institucional, teniendo en cuenta el impacto del medio ambiente y el papel de la mediación intercultural, así como un ejercicio responsable de la objeción de conciencia, la protección de derechos fundamentales, la ética en la evaluación de las tecnologías sanitarias y, en todos los casos, la perspectiva de género).