La sexualidad y el funcionamiento de la dominación

Rodrigáñez, Casilda

Editorial: Cauac

ISBN: 9788461231877vir

Publicación:

Nº de páginas: 284

Precio: 13,00 €.

En el estado de inhibición, las emociones se desconectan de las pulsiones corporales y se convierten en emociones erráticas que producen ansiedad. El conductismo pretende educarnos y “alfabetizarnos” emocionalmente, sin cuestionar el estado de represión del deseo y el estancamiento de la capacidad orgásmica desde la etapa primal. Pero el “analfabetismo emocional” no es innato, es precisamente el resultado directo del estado de represión en el que nos socializamos, y al permanente esfuerzo para adaptarnos a la norma de la institución del matrimonio o de la llamada “pareja de hecho”. En una sociedad de sexualidad espontánea, percibiríamos nítidamente el sentido de cada emoción en la autorregulación corporal, así como su conexión son su pulsión correspondiente. Las emociones serían el medio más importante para percibir lo que pasa en cada rincón de los cuerpos autorregulados. En las sociedades patriarcales del Tabú del Sexo, el acorazamiento produce la pérdida de la transparencia y la desconexión entre la conciencia y las pulsiones, entre la epidermis y las vísceras… La desconexión es la otra cara de la moneda del acorazamiento. La desconexión juega un papel importantísimo para impedir que el deseo recorra el campo social (Deleuze y Guattari). Los seres humanos, además de producir deseos, estamos hechos para percibir y acoger el deseo del otro o de la otra; y para que cuando el deseo del otro o de la otra nos alcance, induzca la producción del nuestro. El matrimonio o la pareja es un pacto o convenio social que sólo se corresponde con el deseo corporal durante un tiempo limitado. Mientras que no se separe la sexualidad de la institución, la sexualidad seguirá estando corrompida.