Es cierto, se trata de una pregunta difícil que no atañe únicamente a este tema «tradicional» dentro del feminismo. Pero éste es un asunto que de tiempo en tiempo sale de nuevo a la calle, sea por una manifestación «espontánea » de los pro-vida, porque en algún lugar del mundo se ha muerto una mujer a causa de las condiciones en las que se ha realizado, porque otra ha sido excomulgada junto con todos aquellos que apoyaron su decisión o porque un gobierno amplía el permiso unas semanas y otro lo restringe otras dos. Las discusiones sobre cuándo empieza la vida y qué peso tiene la misma en nuestra sociedad podrían llenar volúmenes. Aquí, en el estado español, llevamos ya casi dos años retomando dicha cuestión a raíz del proceso cuya consecuencia es la nueva ley que acaba de ser aprobada y que dentro de poco entrará en vigor.
Y es que durante casi veinticinco años, desde 1985, se llevó más o menos bien un escenario en el que si te quedabas embarazada y eras capaz de reunir el dinero suficiente, «podías deshacerte del problema» con la mayor discreción posible. Quizás esto se admitió así porque mejoraba con creces la situación anterior, en la que hasta los métodos anticonceptivos estaban ilegalizados y las cifras de mujeres muertas por «no se sabe qué» eran alarmantes.
Suponemos que para responder a la pregunta que abre esta pequeña introducción sería necesario contestar a otras que tienen que ver con la situación y los roles concretos que tenemos las personas en esta sociedad que hemos construido. A partir de ahí analizar términos como público, privado, autoridad, cuerpo, poder, maternidad, economía, educación, política, sexualidad… etc., etc. y las situaciones que todo ese entramado genera a la hora de enfrentarnos a un embarazo no deseado. Y también suponemos que si ya no hubiera que darle más vueltas a todas esas cosas, también podríamos dar por concluido el debate
sobre el aborto.
Pero no es así, ya que casi ninguno de los diálogos sociales que últimamente se entablan alrededor de este tema, tocan los puntos que acabamos de mencionar en el párrafo anterior y, además, se están llevando a cabo de manera efectiva muy pocas medidas para que ciertas situaciones que tienen que ver con ellos cambien. Creemos que a eso también hay que darle unas cuantas vueltas.
Nuestro objetivo con este dossier no es tanto dar respuestas como crear interrogantes. Interrogantes que no surgen de la nada sino de nuestros propios cuestionamientos. Estos nos han hecho afrontar el tema y obligarnos a mirarlo, a hablarlo, desde distintas perspectivas: aquellas que nos hacen asumir que el aborto es algo más que un simple debate.