Archivo de la etiqueta: aborto

¿Es necesario darle más vueltas a la cuestión… del aborto? (La Madeja nº 0)

Es cierto, se trata de una pregunta difícil que no atañe únicamente a este tema «tradicional» dentro del feminismo. Pero éste es un asunto que de tiempo en tiempo sale de nuevo a la calle, sea por una manifestación «espontánea » de los pro-vida, porque en algún lugar del mundo se ha muerto una mujer a causa de las condiciones en las que se ha realizado, porque otra ha sido excomulgada junto con todos aquellos que apoyaron su decisión o porque un gobierno amplía el permiso unas semanas y otro lo restringe otras dos. Las discusiones sobre cuándo empieza la vida y qué peso tiene la misma en nuestra sociedad podrían llenar volúmenes. Aquí, en el estado español, llevamos ya casi dos años retomando dicha cuestión a raíz del proceso cuya consecuencia es la nueva ley que acaba de ser aprobada y que dentro de poco entrará en vigor.

Y es que durante casi veinticinco años, desde 1985, se llevó más o menos bien un escenario en el que si te quedabas embarazada y eras capaz de reunir el dinero suficiente, «podías deshacerte del problema» con la mayor discreción posible. Quizás esto se admitió así porque mejoraba con creces la situación anterior, en la que hasta los métodos anticonceptivos estaban ilegalizados y las cifras de mujeres muertas por «no se sabe qué» eran alarmantes.
Suponemos que para responder a la pregunta que abre esta pequeña introducción sería necesario contestar a otras que tienen que ver con la situación y los roles concretos que tenemos las personas en esta sociedad que hemos construido. A partir de ahí analizar términos como público, privado, autoridad, cuerpo, poder, maternidad, economía, educación, política, sexualidad… etc., etc. y las situaciones que todo ese entramado genera a la hora de enfrentarnos a un embarazo no deseado. Y también suponemos que si ya no hubiera que darle más vueltas a todas esas cosas, también podríamos dar por concluido el debate
sobre el aborto.

Pero no es así, ya que casi ninguno de los diálogos sociales que últimamente se entablan alrededor de este tema, tocan los puntos que acabamos de mencionar en el párrafo anterior y, además, se están llevando a cabo de manera efectiva muy pocas medidas para que ciertas situaciones que tienen que ver con ellos cambien. Creemos que a eso también hay que darle unas cuantas vueltas.

Nuestro objetivo con este dossier no es tanto dar respuestas como crear interrogantes. Interrogantes que no surgen de la nada sino de nuestros propios cuestionamientos. Estos nos han hecho afrontar el tema y obligarnos a mirarlo, a hablarlo, desde distintas perspectivas: aquellas que nos hacen asumir que el aborto es algo más que un simple debate.

El estado de las otras (el aborto en otras latitudes) (La Madeja nº 0)

Lorena Fioretti

Como sabemos, el aborto es una práctica extendida mundialmente. No sólo las mujeres abortamos desde el «comienzo de los tiempos», sino que lo hemos hecho y lo seguimos haciendo, más allá de las diferencias espacio-temporales y culturales que existen. En esta columna no intentaremos realizar un análisis concienzudo y sistemático de la situación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres del mundo, especialmente de la situación con respecto al aborto. La intención es aportar algunos datos que nos permitan visualizar el estado de la problemática más allá de nuestras fronteras. El tema es complejo y los matices múltiples, sólo pretendemos dar algunas pistas que nos permitan la reflexión. Los datos que a continuación ofrecemos son los más actualizados que hemos encontrado, hecho que nos llama poderosamente la atención frente a las espeluznantes cifras que existen.

La OMS estima que cada año ocurren 20 millones de abortos inducidos y señala que la realización de abortos en condiciones sanitarias inadecuadas es una de las causas más importantes de 68.000 muertes al año en el mundo, lo que representa alrededor del 13% de las 527.000 muertes maternas, es decir, por razones obstétricas. El porcentaje es muy desigual según las regiones, alcanzando hasta el 30% de las muertes maternas en algunos países. El riesgo es estadísticamente mayor donde el aborto en condiciones clínicas seguras no es accesible, ya sea por razones legales, sociales, económicas o de otro tipo. Los abortos clandestinos, por tanto, generan un problema de salud pública, por el índice de muertes y por las consecuencias que tienen en la vida de las mujeres. De todas las mujeres que se someten a un aborto en condiciones de riesgo, un número aproximado de entre el 10 y el 50 por ciento necesitan atención médica para el tratamiento de las complicaciones. Abortos incompletos, hemorragias e infecciones son algunos de los riesgos que corren las mujeres al no recibir un tratamiento médico en condiciones adecuadas para garantizar la vida y la salud.

Fuentes: Organización Mundial de la Salud, Unsafe Abortion. Global and regional estimates of the incidence of unsafe abortion and associated mortality in 2000, 4a Edición, Ginebra, 2004, www.who.int/reproductivehealth

 

Situación jurídica del aborto en distintos países del mundo

El tratamiento legislativo varía de un país a otro; actualmente el 62% de la población mundial vive en 55 países donde el aborto inducido está permitido (en general bajo el supuesto del riesgo para la vida de la madre), mientras que el 25% de la población mundial vive en países que lo prohíben y penalizan. Si bien sabemos que las condiciones económicas, religiosas, culturales y las formas que tomen los sistemas políticos en cada lugar influyen en la legislación a favor o en contra de la libertad de las mujeres, es difícil generalizar las variables que favorecerían mejores condiciones. Lo que sí podemos decir es que esas libertades están sujetas, en la mayoría de los países, a la posibilidad que hayan tenido las mujeres de reivindicar su derecho a decidir.

Nota: En la mayoría de los países y supuestos citados, la intervención ha de efectuarse antes de plazos establecidos.

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Abortion_Laws.svg

aborto1aborto2

 

Apuntes sobre el derecho al aborto en el estado español (La Madeja nº 0)

Elena Pintado Miranda [1]

La lucha feminista

  • El código penal aprobado en 1870 penalizaba, a través de los artículos 416 y 43 bis el uso y propaganda de los métodos anticonceptivos y el aborto (tanto a las mujeres que abortaban como a las personas que las asistían en el aborto).
  • 1936: Durante la república, en Cataluña, se legaliza la interrupción voluntaria del embarazo. Esta ley contiene como supuesto, entre otros, para llevar a cabo el aborto razones sentimentales o éticas, siendo una de las más progresistas de la época. Al perder la guerra se regresó a la situación anterior.
  • Los métodos anticonceptivos y su propaganda se legalizan en 1978.
  • 1979-1986: Se procesa a las «11 mujeres de Bilbao» y al centro de información sexual «Los Naranjos », en Sevilla, por la práctica de abortos. Hay encierros de apoyo en Barcelona, Valencia, Sevilla, Canarias, Valladolid, Oviedo, Madrid, Zaragoza y Bilbao. En el 82 las mujeres de Bilbao fueron indultadas con el estado de necesidad como atenuante. El proceso contra ocho personas de la clínica sevillana durará nueve años.
  • 1985-1986: El PSOE aprueba una ley de regulación del aborto en la que el aborto se permite dentro de tres supuestos. El movimiento feminista responde a las limitaciones con una campaña que atraviesa todo el estado español: entre otras acciones se realizan abortos colectivos, se hace una campaña de autoinculpaciones, etc.
  • 1994: El gobierno del PSOE presenta un anteproyecto de Ley que introduce un cuarto supuesto de despenalización: las causas económico-sociales. No se llega a llevar a las cortes para su discusión. No se vuelve a tocar el tema hasta 13 años después.
  • 2007-2008: Acoso a las clínicas acreditadas para realizar abortos desde los sectores más conservadores de la sociedad. El movimiento feminista reacciona en defensa de las mujeres que están siendo acosadas. Miles de mujeres se manifiestan en distintos lugares del estado español, se realizan de nuevo autoinculpaciones de hombres y mujeres que se presentan en los juzgados (por haber abortado o acompañar a una mujer en el proceso del aborto).
  • 2008: El gobierno anuncia la presentación de un proyecto de ley para la regulación de la interrupción voluntaria del embarazo. En un principio se plantea una ley de plazos de 21 semanas más una serie de supuestos excepcionales. Para la redacción del proyecto se abre un plazo de 6 meses y crea una comisión de expertos para valorar los términos en los que ha de redactarse dicha ley.
  • Febrero 2009: Se aprueba el
  • Febrero 2009: Se aprueba elinforme de la subcomisión y éste se traslada al gobierno para que redacte el proyecto y dé forma de la normativa referida al aborto.
  • Mayo 2009: Se presenta y aprueba el anteproyecto de ley.
  • Septiembre-Octubre 2009: Se presenta el proyecto de Ley Orgánica de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo y se abre el periodo de enmiendas. Los puntos más candentes son los referidos a la posibilidad de que una mujer pueda abortar libremente sin el conocimiento de sus padres desde los 16 años y la objeción de conciencia.
  • Octubre 2009: Se archiva el caso contra la clínica Isadora, acreditada para realizar abortos, por no encontrar indicios de ningún hecho constitutivo de delito por parte de la clínica ni por parte de ninguna de las personas que trabajan allí. Las actuaciones de los agentes del Seprona que denunciaron los abortos ilegales son calificadas por el propio juez como «sospechas subjetivas carentes de fundamento» y sus métodos como «técnica inquisitorial tendente a buscar algún delito».
  • Febrero 2010: Se aprueba por mayoría absoluta la nueva Ley del aborto que se espera entre en vigor a lo largo de los próximos meses.

La Ley. 25 años después… ¿esto es lo que queremos?

  • Ley Orgánica 9/1985, de 5 de Julio

En ella el aborto está penalizado siempre que se realiza fuera de estos tres supuestos:

1º: Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud física o psíquica de la embarazada y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la intervención por un médico de la especialidad correspondiente, distinto de aquél por quien o bajo cuya dirección se practique el aborto. En caso de urgencia o riesgo vital para la gestante, podrá prescindirse del dictamen y del consentimiento expreso.

2º: Que el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo de delito de violación del artículo 429, siempre que el aborto se practique dentro de las doce primeras semanas de gestación y que el mencionado hecho hubiese sido denunciado.

3º: Que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas, siempre que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas de gestación y que el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica del aborto, sea emitido por dos especialistas del centro o establecimiento sanitario, público o privado, acreditado al efecto, y distintos de aquél por quien o bajo cuya dirección se practique el aborto.

  • Nueva ley del aborto

Existe un plazo libre de 14 semanas. Durante este periodo cualquier mujer podría abortar sin dar ninguna explicación al respecto. Eso sí, se ha de entregar un sobre a la mujer con información y ha de tener tres días de reflexión antes de llevar a cabo el aborto.

Se mantiene el tercer supuesto por el cual se puede realizar un aborto dentro de las primeras 22 semanas si existe riesgo de graves anomalías fetales o peligro grave para la salud o vida de la mujer. Es necesario un dictamen médico realizado por dos profesionales.

El aborto se prohíbe totalmente desde la semana 23 hasta el final del embarazo excepto si existe una anomalía fetal incompatible con la vida del feto o si el feto tiene una enfermedad extremadamente grave o incurable y todo ello esté confirmado por un comité clínico formado por dos profesionales. La mujer podrá elegir a uno de ellos.

En el caso de que la vida de la madre corra peligro tras el periodo de 22 semanas la ley indica que lo más adecuado es inducir el parto.

Las chicas de 16 y 17 años deberán informar al menos a uno de sus tutores legales, aunque la última palabra siempre será la suya. En caso de que exista conflicto grave con la familia, la responsabilidad de decidir si se ha de informar a los tutores recae sobre el médico que atienda a la menor.

La formación en la práctica clínica de la interrupción voluntaria del embarazo se incorporará en el currículo de las carreras relacionadas con la medicina y las ciencias de la salud.

Se regula la objeción de conciencia. Se acepta el derecho de objetar pero éste ha de hacerse de manera individual y por escrito, de forma anticipada. Es muy ambiguo el tema de los circuitos de atención y los mecanismos de financiación.

Se incluyen los anticonceptivos de última generación en la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional de Salud. Aunque se nombran no se regulan, por el momento, los mecanismos para llevar a cabo modificaciones en el contexto educativo que aborden el tema de la educación afectivosexual.

La Interrupción Voluntaria del Embarazo, IVE, sigue siendo un delito en los artículos 145 y 145 bis del Código, salvo en ciertos supuestos, con penas de hasta 24 meses de multa para la mujer que aborte y de hasta cuatro años de cárcel y nueve de inhabilitación para el profesional que lo practique fuera de la ley. También existen penas que van desde los doce meses de multa a dos años de inhabilitación en abortos permitidos por la ley, en los que se produzca alguna irregularidad administrativa.

[1] Información obtenida del díptico «Por el reconocimiento del derecho de las mujeres a decidir». Asamblea Feminista de Madrid. www.feministas.org/madrid

El aborto en primera persona (La Madeja nº 0)

Una de las máximas que rige esta sociedad es aquella que nos dice: «si de algo no se habla, eso no existe». Pensándolo detenidamente, creemos que es cierto, y la prueba está en que a las vidas de las mujeres, sus relaciones, sus problemas –que en muchas ocasiones se desarrollan en el ámbito privado–, no se les ha dado la importancia que implican. Y así, muchas situaciones se han solucionado de las maneras más diversas sin que la idea general «de lo que debía ser» se manchara.

Uno de los ejemplos más claros es todo lo relativo a la sexualidad y la vida reproductiva de mujeres y hombres y, por eso, seguramente, la ley del aborto se mantuvo tal y como estaba desde 1985. Mientras todo se acomoda a lo que se espera socialmente, no hay problema, pero, ¿qué pasa cuando no es así? Yendo más allá, y conscientes de los estrechos márgenes de libertad que tenemos en este sentido, nos preguntamos: ¿realmente en algún caso la vida real puede adecuarse a «lo que debe ser»?

Nosotras hemos empezado a mirar a la gente que nos rodea y a preguntarnos si no merece la pena, como forma militante −¿por qué no decir revolucionaria?−, el hablar abiertamente sobre estos temas, para hacer que la palabra se libere y así conseguir que deje de darnos miedo. Miedo precisamente a advertir que las situaciones vitales no son tan lineales como pensamos.
Hemos entrevistado a tres personas, dos mujeres y un hombre; ellas han vivido el proceso del aborto de manera encarnada; él, estando muy cerca y quizás muy lejos a la vez. Son historias personales reales, pero no aparecen sus nombres; podríamos ser cualquiera de nosotras y nosotros. Son historias de la colectividad.

Entrevista 1

Aborté en una clínica privada de mi ciudad. Decidí ir ahí porque me lo recomendó alguna amiga.

Hola, para esta historia no voy a decir mi nombre, porque es algo que cuando me pasó no conté a mi familia. En todo momento, la que era mi pareja de entonces, vamos a llamarle Rafa, me apoyó como supo en la decisión y en la situación, pero aun así lo peor de aquel momento fue estar sola en el quirófano. Además, al despertar al día siguiente, me apetecía verlo y estar arropada en sus brazos. Pero fue imposible, pues tuvo el teléfono desconectado toda la mañana. Cuando conseguí hablar con él me contó que había salido de fiesta toda la noche y que había llegado a casa de buena mañana… Por eso no me cogía el teléfono, estaba durmiendo. Ese día, por si no me había quedado suficientemente claro el día anterior en el quirófano, comprendí la diferencia entre ser hombre y mujer y lo diferente que afectan estas cosas, por mucho que el hombre se quiera sentir implicado. Al final eres tú, la que estás ahí en el quirófano sola. Moraleja: Las irresponsabilidades se pagan.

¿Por qué y en qué circunstancias tomaste la decisión de abortar?
En ese momento estaba matriculada en la universidad, aunque no estudiaba nada y trabajaba en lo que podía para salir de fiesta. Era una época muy fiestera y en la que había perdido el rumbo en mi vida. No recuerdo exactamente qué edad tenía en ese entonces, la verdad es que no me suelo acordar de los años. Tendría alrededor de 22 años o así. Tardé un poco más de un mes en darme cuenta de que estaba embarazada, en cuánto noté la primera falta, me hice la prueba.

Tomar la decisión me llevó alrededor de una semana, era lo mejor para mí, para el futuro bebé y para Rafa. En esos momentos no sabía ni cuidar de mí misma. ¿Cómo iba a tener un crío? Fue una decisión compartida entre Rafa y yo. El proceso fue duro, en el sentido de que me dolió que Rafa no dudara un instante de que esa era la decisión debida. Fue una contradicción, porque aún sabiendo que era lo mejor para todos (incluyo al bebé), me dolió que ni siquiera lo dudara. Fue un golpe a mi amor por él.

Eso sí, tenía superclaro que no iba a decírselo a nadie de mi familia. No quería hacer sufrir a nadie más y sobre todo a mi madre. Se me encogía el corazón en un puño con sólo pensar que se pudiera enterar. Afortunadamente he abortado sólo una vez. Para mí fue muy doloroso. Es un hecho que he preferido olvidar.

Aborté en una clínica privada de mi ciudad. Decidí ir ahí porque me lo recomendó alguna amiga. El proceso fue fácil: te preguntaban por qué querías abortar y te informaban de la posibilidad jurídica a la que te podías atener y del precio. Como Rafa y yo teníamos el dinero que costaba, pues adelante. No recuerdo si me informaron de todas las posibilidades, es decir, los tipos de abortos que se podían practicar según el caso. Como ya he dicho, mi mente intentó olvidar todo aquello que me estaba pasando desde el primer momento. No sé el nombre exacto del aborto que me practicaron, pero fue por succión o algo así. Recuerdo el sonido y lo mal y sola que me sentía. Eché mucho en falta el tener una mano a la que agarrarme. Fue una experiencia horrible, que se me hizo interminable. Me acompañó Rafa, pero cuando aborté, él estaba en una sala de espera… Él estaba fuera y yo dentro… Encontrándome fatal… Fue muy duro.

¿Sentiste algún tipo de presión al tomar la decisión?
No, la verdad es que no sentí ningún tipo de presión. Entre mis amigos somos muy respetuosos los unos con los otros. Y además, mis mejores amigas y amigos me apoyaron en todo momento. No noté ninguna presión social y lo intenté olvidar…

¿Qué repercusiones, si las tuviste, psíquicas y/o físicas notaste?
Pues no sé, físicamente, estuve fatal la noche después de que me realizaran el aborto y como no tenía mi propia casa, tuve que ir a dormir a casa de mi abuela y estar allí, pero sin contarle nada. No quería matarla del disgusto. ¿Repercusiones psíquicas? Que lo paso fatal cuando voy al ginecólogo, antes no me pasaba, pero ahora me pongo muy nerviosa. Pues, en un principio yo pensé que a mí me iba a afectar menos de lo que en realidad me afectó, que fue bastante. Menos mal que he encontrado un ginecólogo de confianza, porque encima el año pasado me descubrieron que tenía el Virus del Papiloma Humano y me tuve que operar, y ahora estoy de revisiones…

Antes de pasar por esta situación, ¿tenías una opinión respecto del aborto?
Sí, pensaba que era una decisión de cada mujer y que en cada caso era diferente. Pienso que es algo que tiene que estar permitido para todas las mujeres, porque no hay nada peor que traer un hijo al mundo sin quererlo tener, sea por las razones que sea… Por otro lado, me dan miedo las noticias cuando informan de que las chicos de ahora cada vez se inician antes en las relaciones sexuales y que aunque hay mucha información, muchos no conocen los métodos anticonceptivos, o no los utilizan. Los veo muy inmaduros para afrontar una situación como ésta.

En la actualidad, ¿hablas abiertamente de esta experiencia o forma parte de tu intimidad?
Forma parte de mi más estricta intimidad y como ya he dicho, es algo que no me gusta comentar.

¿Cuál es tu relación con la maternidad?
Pues ahora mismo pienso que me gustaría tener hijos, si me da tiempo… Porque tengo 34 años y por ahora mi vida no tiene la suficiente estabilidad como para mantener un churumbel, porque estoy desempleada. Por otro lado, estoy sorprendida positivamente porque por primera vez me ha entrado el instinto maternal y desde hace un año estoy viviendo con un chico increíble con el que sí estoy segura que me gustaría formar una familia.

Entrevista 2

En primer lugar nos gustaría preguntarte sobre el contexto en el cual te enfrentaste a la decisión de tener que abortar

Yo tuve leucemia con 19 años, y eso dejó huellas, entre otras, físicas, en mí. Una de ellas, y en todo momento asesorada por mi hematólogo, era la certeza de que yo era estéril. Además, había mantenido durante más de un año relaciones sexuales sin protección con mi anterior pareja estable, sabiendo, o creyendo, que no había riesgo de quedarme embarazada. Tenía 26 años y acababa de empezar a salir con un chico. Tras un período en que vamos creando confianza, comenzamos a mantener relaciones sin preservativo.

Aunque resulte realmente difícil de creer y un tanto absurdo, fue mi recién estrenado noviete, tras llevar cuatro meses saliendo, el que se da cuenta de mis cambios físicos y de humor (y hace memoria de la última vez que tuve la regla). Me hago la prueba y me percato de la verdad. No tuve duda en ningún momento de la decisión a tomar, porque ya estaba tomada.

Provengo de un entorno muy desestructurado; se me ocurre que es la primera de las causas, entre muchas, por las cuales siempre supe que la maternidad humana no iba conmigo. Yo soy mamá gata (con una gran sonrisa). ¿Qué le voy a hacer? Adoro a los animales y jamás me han gustado los niños. Nunca he sentido que mi cuidado, el cuidado ajeno, mi instinto protector y un montón de factores y cualidades que tengo, tuvieran que pasar por la maternidad humana.

A pesar de llevar muy poquito tiempo, mi novio de entonces era muy tradicional e inseguro (posesivo, dependiente) y encima era católico. Eso no provocó ni un minuto de duda en mi decisión, pero sí una tremenda presión coercitiva por su parte, chantaje emocional y transmisión de culpa. No soy en absoluto inmune a esas cosas, y menos lo era con 26 años.

Así pues, sin duda, me dispuse a abortar. A los pocos días de enterarme ya estaba abortando en una clínica privada, porque no quise ni tantear la Seguridad Social previendo una negativa.

Sin embargo… Lo que son las cosas. La vida se aferra. Yo estaba embarazada de ocho semanas, y ¡era una hormona con patas! ¡Lo que lloré tras abortar! Físicamente me sentía destrozada y «algo» me había sido arrancado de mi ser… Y mientras, yo pensaba: «pero si es lo que quieres; está bien; todo está bien…». Y ni así. La vida se aferra. El pelo crece, los tumores también, y cualquier embarazo atraviesa no sólo el cuerpo, sino la emotividad, porque para llevarlo a término precisa de cooperación del «ser invadido». Yo me lo explico así de racionalmente, pero el dolor fue intenso.

Cuéntanos cómo fue todo el proceso, tanto desde el punto de vista más práctico (a dónde fuiste, cómo se realizó el aborto) hasta el más físico y personal (cómo te sentiste a lo largo del mismo).

Abortar en sí, el hecho físico de abortar, en mí fue dolorosísimo. Yo tengo un umbral de dolor muy bajo, y además hubo de practicárseme un aborto «doble»: tengo útero arcuato (bifurcado), así que el dolor físico fue tremendo y doble.

Lo hice en una clínica privada que funciona en Gijón y Oviedo. Yo soy de Oviedo, pero o bien no existía en Oviedo en aquella época (febrero de 2001) o bien no me enteré y el caso es que fui a Gijón. Me la recomendó una conocida. Fue el único contacto previo que tuve con la clínica en cuestión.

Repito que la decisión fue por no alertar a la Seguridad Social, por miedo. Tal cual. Me trataron con cordialidad en la clínica, pero el proceso quirúrgico fue extremadamente doloroso, y no sé si sólo ocurrió así en mi caso o es en general; no sé si hubiera sido conveniente anestesia general o un análisis previo de mi capacidad de superación del dolor, o un mero estudio de mi útero para no realizar esa doble intervención.

Lo malo es que además llegaba tarde para el aborto farmacológico (pasaba, creo, un par de semanas del límite).

Por otra parte, me sentí un tanto estúpida cuando en la clínica, una vez pagado el dinero, me dicen de manera un tanto liviana que bien podría haberme practicado el aborto gratuitamente en la Seguridad Social debido a mis anteriores problemas médicos (hubiera podido peligrar mi integridad física de haber continuado con el embarazo). Es decir, con los años sí he tenido una sensación de frustración, de falta de información (falta de compromiso propio con mi salud y también responsabilidades ajenas que ahora veo con mayor claridad, como la falta de asesoramiento).

Yo llamé por teléfono, yo me cité para el aborto. Y me acompañaron a Gijón mi mejor amiga y mi novio, quienes estuvieron conmigo en el despacho previo pero no me pudieron acompañar al quirófano. Sí supe posteriormente que oyeron mis gritos de dolor y mis lloros.

Recuerdo haber pensado que me habían engañado cuando me dijeron que el dolor más intenso que es capaz de pasar un ser humano es una biopsia medular, seguido de un parto, que desconozco. En aquel momento me pareció, habiendo sufrido 4 biopsias medulares, que jamás había sentido un dolor tan grande y tan penetrante.

Tras el aborto, tuve que apoyar a mi traumatizado y destrozado novio, y el único apoyo real que tuve fue el de mi incondicional amiga, que me respaldó y entendió en todo momento.

Antes de pasar por esta situación, ¿tenías una opinión respecto del aborto y varió la misma a través de tu experiencia?

Siempre apoyé el aborto, siempre, desde que recuerdo. No tuve ninguna duda cuando me tocó a mí. Además, siempre he pensado que las decisiones en tu vida las tienes que tomar antes de los acontecimientos, porque si no, tu voluntad y tu emotividad están presas de las circunstancias, están secuestradas.

¿Sentiste algún tipo de presión social antes o después de tomar la decisión?

No admití ninguna presión social, que sabía que tendría, por parte de la conservadora familia de mi entonces novio, y de algún conocido mío; no las admití y simplemente mantuve el tema en secreto hasta una vez realizado. No iba a admitir injerencias en un momento tan delicado.

¿Qué piensas hoy en día de la maternidad y del derecho al aborto?

La maternidad me parece un trabajo entregado y laborioso, y es un tema muy, muy complejo. Creo en la crianza natural, en la ausencia de autoridad… No entiendo ni la maternidad social, obligada y alienante; ni la maternidad mística, devota y sacralizadora de la mujer; ni la maternidad autoritaria, ausente y dictatorial. Hay miles de maternidades, como miles de cuidados, que me parecen horribles. Pero el cuidado libre y afectuoso, como la maternidad libre y afectuosa, me parecen compromisos afectivos y solidarios de gran alcance, dignos de mi admiración.

Respecto al aborto, siempre he estado a favor de los plazos, pero ahora he refinado un poco esa tesis, planteando con sumo cuidado mis ideas según en qué foro. Me explico: estoy en una organización anarcosindicalista en la que se defiende sin matices el aborto libre y gratuito; políticamente, estoy de acuerdo; no se le debe restar ni un ápice de autonomía y responsabilidad a la mujer. Dicho esto, y en aras de esa responsabilidad, sumo mi ética y constriño esa decisión a lo que a mí me parece razonable y ético: el aborto debiera ser practicado, si esto es posible, antes de la viabilidad autónoma del futurible nacido. Así pues, existirán excepciones respetables de circunstancias no sabidas o sobrevenidas posteriormente que deberán permitir la libre disposición de la mujer; pero en el mantenimiento de las mismas circunstancias, no abortar a los tres meses y abortar a los seis, no me parece razonable. También es cierto que los casos de irresponsabilidad, que los hay y los habrá, son mínimos y en ningún caso representativos, y no deben jamás limitar la actuación de las mujeres, que como ciudadanas se nos debe presuponer adultas, independientes y responsables.

Entrevista 3

Mi compañera se embarazó en el año 1999. Yo tenía 20 años, ella 22. Estábamos de viaje por América Latina. Cuando nos dimos cuenta de que estaba embarazada, estábamos en un pueblo de Nicaragua.

¿Cómo os sentisteis cuando os disteis cuenta de que tu compañera estaba embarazada?
Fue como un susto, como que nunca habíamos pensado que podía pasar y como que de pronto relacionábamos la relación sexual con su función. Algo que compartimos mucho entonces los dos era que «claro, somos animales mamíferos, y follamos para la reproducción ». A menudo, la sexualidad está representada y es tema de conversación en la sociedad, en los medios de comunicación, con los amigos… como seducción, en términos de cómo tener una sexualidad sana o de hacerlo bien o mal, de pasarlo bien o mal, pero casi nunca se relaciona con la función de tener hijos. Me refiero a la vivencia de los jóvenes.

Habitualmente damos mucha importancia a nuestras vidas intelectuales y afectivas. Y de repente los cuerpos crean algo que no has deseado, que no has pensado, y es mucho más potente que lo que puedes desear o crear a nivel intelectual.

¿Cómo fue el proceso de decidir realizar un aborto?
Nos surgieron muchas preguntas, pero nunca nos planteamos tener el bebé. Estaba muy claro para los dos. Fue una decisión de los dos. Teníamos claro que no lo queríamos, que no podíamos tener ese hijo en ese momento, así que lo que pensamos fue en cómo lo íbamos a hacer. El aborto es una práctica ilegal en casi todos los países de América Latina, pero encontramos rápidamente una Casa de la Mujer en Nicaragua donde una persona muy competente y muy agradable estuvo dispuesta a practicar el aborto en un pueblo.

El embarazo no estaba nada avanzado, así que el aborto fue de muy pocas semanas. Pero no fue con medicación, pues allí lo practicaban con las pinzas. Fue muy doloroso, muy violento. Yo no estuve, no podía, como que nunca se planteó. La mujer que lo hacía nunca mencionó la posibilidad de que yo estuviera presente, ni mi compañera. Creo que como para mí era difícil enfrentarme a esto, no di yo el paso de decir «oye que yo quiero estar, yo quiero acompañarte más». Sentía que no estaba invitado y no hice el esfuerzo de estar… Por miedo. Hoy sí que, con la reflexión que he hecho, hoy sí que tendría que estar. Creo que también no poder haber asistido influyó en el proceso de duelo.

¿Cómo vivisteis ese proceso de duelo que mencionas?
Para nosotros realmente hubo creación, en el sentido de los cristianos también. Hay vida. Sentimos que habíamos creado vida y que habíamos matado esta vida. Es un vocabulario que utiliza la gente que está en contra del aborto, pero es el que uso yo también para hablar de esto. Es un asesinato, sin el sentimiento de culpa, porque estábamos muy seguros, pero sí hay la creación de una vida y su muerte. Lo que pasa es que era una muerte deseada… ¿Cómo hacer el duelo de esto?

Fue algo muy difícil de digerir, de asimilar…, sin tener las palabras para compartir el dolor de mi compañera. Fue muy difícil y no sabíamos compartirlo bien. El dolor fue sobre todo suyo. Yo había vivido algo que había sido difícil, pero de una manera mucho más intelectual; es dolor también, pero no es el mismo registro. Yo me sentí muy desamparado, inútil para apoyarla. Acabé el proceso de duelo 8 años después, sólo hace tres años, cuando nació mi tercer sobrino. Se quedaron embarazadas a la vez mi hermana y la misma chica que abortó en Nicaragua, con otra pareja. Viví unos meses con muchísima presión por dentro sin saber muy bien lo que era… Y cuando nacieron los bebés, fue una liberación importante. Volví a vivir de manera intensa todo lo que había pasado en Nicaragua, pero con una liberación al final.

¿Cuáles crees que deben ser los límites para el aborto?
Creo que la decisión está relacionada con el deseo. Tiene que ser un poco deseado, a veces es poco, pero algo deseado, deseo suficiente para que nazca y un poco más. Un niño no deseado no se va a poder construir de manera equilibrada. Es mi visión. Pero el límite sería éste, más que un límite en el proceso.

Dices que la decisión la tomasteis juntos. Si uno hubiera deseado tener el hijo y el otro no…
En este caso, yo creo que la mujer tiene mayor peso. En este caso hubiera decidido ella. No puedes imponer a otro cuerpo, por fuerza, embarazarse. En caso de no acuerdo es la mujer la que tiene la palabra, pero de hecho.

¿Cómo fue la actitud de la gente cercana?
Estábamos muy aislados, de viaje en un continente donde no teníamos lazos afectivos importantes. Cuando dije que yo me sentía muy inútil frente al duelo de mi compañera… Lo que no sabía hacer yo, quizás una amiga, una hermana o su madre hubieran podido hacerlo, acompañarla mucho mejor. Es muy violento vivir el duelo solo.

Después de un tiempo, lo comunicamos. Lo compartimos con quienes nos parecía importante hacerlo. Mi compañera tuvo la necesidad de compartirlo primero con su madre. Igual que cuando tienes un embarazo deseado, pues habrá una conexión natural con tu madre. Yo, después de meses, sentí la necesidad de compartirlo con amigos cercanos. A mí me cambió. No mucho, pero sí hace parte de mi personalidad haber vivido esto.

La mujer que lo hacía nunca mencionó la posibilidad de que yo estuviera presente, ni mi compañera. (…) Sentía que no estaba invitado y no hice el esfuerzo de estar… Por miedo. Hoy sí que, con la reflexión que he hecho, hoy sí que tendría que estar.

¿Piensas que podrías volver a decidir, junto con tu pareja, interrumpir un embarazo no deseado?
Creo que sí. Volvería a depender de las condiciones en que nos encontrásemos. Porque tú puedes tener un “niño sorpresa”, no esperarlo y tardar unas semanas en alegrarte del embarazo, pero sólo si en el fondo lo deseabas un poco. Pero en el caso de que no lo desees, o de que las dos personas no lo deseen, creo que lo que se impone es no tener al bebé. Pienso que volvería a ser exactamente lo mismo y a lo mejor con la misma violencia. Para nada creo que puedas aprender. Y no creo que a una mujer que tenga tres abortos le vaya a salir mejor el tercero. Es la misma sorpresa y el mismo trauma. No sé por qué, pero creo eso.

Ya para terminar, en la sociedad ¿crees que es prevenible que haya abortos?
En política de prevención, en la época en que yo era adolescente, el SIDA lo ocupó todo. Lo del SIDA era muy fuerte… Estaba muriendo mucha gente, así que fue normal la reacción de la sociedad. Toda la educación afectivosexual que hemos recibido era sobre el SIDA. Las asociaciones venían a sensibilizar, a decirte cómo debías comportarte. Pero eso no te invita a reflexionar mucho, sino a tomar conciencia del riesgo de las enfermedades.
Todo lo relacionado con que mi cuerpo puede generar vida y qué es desear y no desear la vida son temas súper interesantes a los que los adolescentes se apuntarían, porque es una manera de hablar de sexualidad sin hablar de cosas vergonzosas. Hablar de sexualidad de verdad, no de una forma superficial de sexualidad.

Yo aborté (La Madeja nº 0)

Yo aborté
Yo aborté y soy la empleada doméstica del 5ºA,
Yo aborté y soy la funcionaria del ministerio de salud,
Yo aborté y soy la enfermera que te controla la presión,
Yo aborté y soy la profesora universitaria que habla de género,
Yo aborté y soy la quiosquera que conoce tu marca de cigarrillos,
Yo aborté y soy la diputada que vota leyes contra las mujeres,
Yo aborté y soy la jueza que garantiza un estado laico,
Yo aborté y soy la periodista que soporta los chistes misóginos,
Yo aborté y soy la modelo que admirás en las revistas,
Yo aborté y soy la católica que se golpea el pecho en las misas,
Yo aborté y soy la bisexual a la que se le rompió el preservativo,
Yo aborté y soy la deportista exitosa que seguís con fanatismo,
Yo aborté y soy la de la mesa de entrada que recibe tus notas,
Yo aborté y soy la piquetera que corta rutas contra el hambre,
Yo aborté y soy la policía que te detiene porque abortaste,
Yo aborté y soy la desaparecida por los militares genocidas,
Yo aborté y soy todas las mujeres que en este país se ven forzadas a la maternidad,
Yo aborté y soy todas las mujeres que mueren por abortos clandestinos,
Yo aborté y soy todas las mujeres que sobreviven a un aborto clandestino,
Yo aborté y soy todas las mujeres que gritan y reclaman MI CUERPO ES MÍO.

Silvia Cuevas-Morales, Vindicación feminista, Madrid, Noviembre 2009.

Silvia Cuevas-Morales,
Vindicación feminista, Madrid, Noviembre 2009.

Texto de la Campaña nacional por el aborto legal y gratuito en Argentina.
Tomado del vídeo ¡Aborto libre y gratuito!.
Para ver el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=qcbMGN_HGmE

II Jornada Feminista sobre el aborto: ¿Nosotras decidimos? (La Madeja nº 0)

es mi cuerpo yo decidoLa Plataforma Feminista[1] convocó en noviembre del año pasado una Jornada que se tituló ¿Nosotras decidimos? para debatir en torno a la temática del aborto, en el marco de la elaboración y discusión a nivel del Estado español, de una nueva ley del aborto. La idea inicial de la misma suponía intentar dilucidar el complejo entramado de variables desde el que las mujeres abordamos la problemática del aborto. La Jornada estuvo dividida en dos tipos de actividades: durante la mañana se debatió en grupos reunidos alrededor de cuatro bloques temáticos (aspectos socioeducativos, el aborto como lucha reivindicativa, las diversas variables que entran en juego a la hora de decidir, los aspectos legales, etc.) y en la tarde se realizó un pleno en el que se pusieron en común esos debates.

La objeción de conciencia (…) en la práctica sólo se utiliza en la reproducción de las mujeres. ¿Casualidad?

Teniendo en cuenta las múltiples variables que fueron tratadas durante ese día, a continuación se enumeran las exigencias y reivindicaciones que seguimos considerando prioritarias en la lucha por el derecho al aborto[2]:

  • Despenalización total del aborto, tanto para las mujeres como para las personas profesionales que realizan esta práctica: exigimos que el aborto salga del Código Penal. El aborto, considerado como derecho, dentro de la regulación de derechos y libertades, ha de tener el mismo tratamiento jurídico que el derecho a la huelga, a la libertad de expresión y a la integridad física, por ejemplo. La capacidad autónoma de las mujeres de decidir sobre su cuerpo, su sexualidad y su posible maternidad, puede estar regulada para el sostenimiento y aseguramiento de ese derecho, pero no para limitarlo, privatizarlo, mercantilizarlo y condenarlo, como le interese al poder científico, político o eclesiástico de turno.
  • Creemos que en el aspecto educativo, no se trata únicamente de crear una nueva asignatura, sino también de formar al profesorado y de dotar a las personas de conocimientos y de medios reales para evitar un embarazo no deseado y enfermedades de transmisión sexual. Por lo tanto, junto a la formación en sexualidad, sería deseable que los métodos anticonceptivos fueran accesibles y estuvieran financiados por el Estado.
  • Que sea un servicio incluido en el sistema sanitario público, gratuito y asegurado en todas las comunidades. De nada sirve dotar formalmente de derechos si de facto no se habilitan recursos para su consecución. Es necesaria la normalización del proceso abortivo y el fin de la medicalización del cuerpo de las mujeres. La situación económica personal es doblemente resaltable en las mujeres, teniendo en cuenta la clara feminización de la pobreza o la doble explotación femenina. No podemos tolerar que la situación económica de las personas limite sus derechos, en concreto, el derecho que cualquier mujer ha de tener a abortar cuando lo crea conveniente.
  • Regulación de la objeción de conciencia. Si bien es un punto complejo, existen mínimos en los que se está de acuerdo: no se puede objetar en la sanidad pública y luego que esa misma persona realice abortos en clínicas privadas; tampoco es posible que exista el derecho de objeción en la sanidad pública para el caso del aborto cuando no existe en otros casos (véase vacuna el VPH, ¿alguien puede objetar a la hora de poner esta vacuna?). La objeción de conciencia contiene varios problemas: no es individual, existen actualmente coacciones por parte de facultativos/as jefes/as que imponen su criterio a todo su personal; en la práctica sólo se utiliza en la reproducción de las mujeres. ¿Casualidad?

Para profundizar

Mujeres ante el congreso: mujeresantecongreso.blogspot.com/
Las linces: laslinces.blogspot.com/
Federación estatal de organizaciones feministas: www.feministas.org

 

 

[1] Algunas asociaciones, grupos, partidos, etc., que pertenecen a la Plataforma asturiana por el derecho al aborto.

[2] El siguiente texto es un fragmento del que el Grupo IV de las Jornadas elaboró como conclusiones del trabajo realizado durante ese día. Participaron de la elaboración del mismo: Amaya Carnedo, Eva Garzón, Susana Moral, Isabel Miguel, Elena Pintado, Lorena Fioretti, Ana García y Delia Rodríguez.

Alicia: —es mi cuerpo, yo decido… (La Madeja nº 0)

Lorena Fioretti

En uno de los reflexivos y agudos diálogos que recorren Alicia a través del espejo (continuación de Alicia en el país de las maravillas), del escritor inglés Lewis Carrol, uno de los más entrañables personajes le dice a Alicia: Cuando yo uso una palabra –insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso– quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos. –La cuestión –insistió Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes. –La cuestión –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién es el que manda…, eso es todo.

La cuestión es saber quién tiene el poder, el poder de alzar la voz y decidir. Este será el hilo argumentativo que intentará hilvanar el presente artículo.

El tema del aborto ha sido abordado desde diversas perspectivas, sustentado o censurado por múltiples y diferentes razones. No pretendo en este artículo seguir discutiendo en el espacio que, tanto los discursos religiosos como los aparentemente laicos, nos proponen: los plazos que deben tenerse en cuenta, la salud de la madre o del feto, las discusiones sobre el comienzo de la vida, etc.; debates que resultan quizás necesarios, pero que no agotan, entiendo, de ningún modo el tema. En este caso, intentaré desplazar la perspectiva desde la que se ha pensado la temática para llevarla al campo de la palabra y por ello, al campo del poder. Creo que en este momento es preciso hablar del poder, de quién tiene el poder de decidir sobre el tema del aborto. Para ello, resulta interesante recurrir a la consigna que protagonizó la última campaña a favor del aborto libre y gratuito que llevamos a cabo algunos colectivos de Asturias el pasado otoño: «Es mi cuerpo, yo decido.»

¿De qué hablo cuando digo «es mi cuerpo, yo decido»? Como sabemos, el lenguaje no es un instrumento transparente que se reduce a la verbalización, en un contexto determinado, de algunas ideas que deseamos transmitir a aquellos y aquellas con los que pretendemos comunicarnos. Cuando dialogamos, hay en juego mucho más. Y porque se trata justamente de un juego, existen, por un lado, leyes que determinan las formas y el contenido de lo que queremos decir, y por el otro, lugares desde los que hablamos. Pero además, cada palabra responde a una construcción histórico-política que no representa, mediante una relación natural, la cosa de la realidad. Las palabras cobran sentido en un juego de diferencias con otras palabras. Así, la palabra mujer (y la construcción real de esta identidad) cobra sentido en relación a la construcción de otras palabras (y de otras identidades) que nombran otras experiencias subjetivas. El cuerpo del que hablamos está indisolublemente unido a un sujeto psíquico-social que se va constituyendo y que nombra, pero sobre todo es nombrado por otros sujetos cuya palabra colectiva recuperamos en el lenguaje. Es decir, las palabras con las que nombramos este cuerpo «femenino» son desde ya denominaciones no inocentes que responden a un claro discurso de poder y que crean, en este caso, nuestro cuerpo como un cuerpo eminentemente «reproductivo», olvidando entre otras cosas, que el mismo es además el lugar del goce. Ha sido este mismo discurso el que ha estructurado el mundo: su lógica bélica, conquistadora, amorosa (lo que debe ser entendido por amor), económica, religiosa, etc. El cuerpo de la mujer en toda esta maquinaria ocupa un lugar esencial. Desde ya, no pretendo desconocer estas complejas determinaciones.

Si las palabras no nombran de manera unívoca la cosa de la realidad, entonces ésta no es un hecho dado, sino un hecho que podemos interpretar/construir de diversas maneras. Y por supuesto, depende siempre de quién lo interprete y de los intereses individuales, pero también y fundamentalmente sociales, que haya en juego en esa experiencia. En esto consiste el juego irrenunciable en el que estamos inmersas. Es fácil suponer entonces, que cuando hablamos, se trata de quién tiene el poder para nombrar una realidad y determinar que su interpretación puede ser impuesta a otras. La pregunta es quién tiene el poder de nombrar, de nombrar nuestro propio cuerpo, de constituirlo y desde qué lugar se construye el derecho a decidir sobre el mismo. Creo que es nuestra propia experiencia, el lugar legítimo para construir este espacio de decisión. Experiencia que transitamos sólo las mujeres.

Las diversas argumentaciones que desde diferentes espacios de poder han intentado determinar quién tiene el derecho de decidir sobre el cuerpo de cada mujer, en el caso del aborto −pero no solo en este caso, sino en general, en todo lo relacionado con la «salud reproductiva» de la mujer−, posiblemente nunca podrán llegar a un acuerdo. En este sentido, lo que nos interesa no es un consenso en relación a la verdad del asunto, ya que la verdad, como dijimos, siempre es una perspectiva y la toma de posición frente a un hecho. Por ello, en esta ocasión, nos interesa la libertad con la que cada mujer nombra el deseo en relación a su propio cuerpo, a su propia vida, cualquiera que sea esa decisión, en tanto experiencia corporal única y personal. En el tema del aborto −y en tantos otros− no se trata ya de saber quién tiene más o mejores razones, sino de saber quién tiene el poder, es decir, la libertad y el derecho de decidir. Y lamentablemente, el poder sobre el cuerpo de las mujeres lo han tenido sistemáticamente los hombres o los discursos engendrados por ellos; o ciertas mujeres que crecieron, como todas nosotras, en el seno de una sociedad estructurada por razones patriarcales, cuando no abiertamente machistas.

El poder de decisión que reclamamos implica una ética que no nos imponga a todas una determinada actuación, sino que nos permita reflexionar y evaluar libremente en torno a nuestro hacer. Reflexión que bajo el supuesto de la responsabilidad nos permita hacer a cada una lo que creamos mejor en tiempo y forma. Sostener la reivindicación «es mi cuerpo, yo decido», supone el hecho de que las mujeres somos capaces de asumir todas las responsabilidades y consecuencias de dicha decisión. Este proceso también implicará, porque compartimos nuestras vidas con otras personas, el acompañamiento −sin paternalismos− científico/ médico y afectivo/educacional oportuno. No correremos el riesgo de hacer de esta reivindicación un supuesto individualista, con el que algunas mentes suspicaces quieran relegar el aborto al campo de lo estrictamente privado, entendiendo por el mismo la más despiadada y clandestina soledad. Finalmente, la reivindicación supone comprometer a quienes se sientan implicadas/os y deseen hacerlo.

alicia