¿A quién se le ocurriría lo de que los pingüinos son aves? Tienen alas, eso sí. Tal vez hace mucho tiempo les sirvieron para volar, pero de eso ya ninguno se acuerda. Ahora todos los pingüinos las usan para nadar. Bueno, todos todos, no. A Diego eso de nadar no se le da muy bien, pues nació con un ala que siempre mira hacia arriba. Así que como alternativa… ¡se ha propuesto aprender a volar! Un hilarante viaje hacia lo desconocido, dondequiera que eso esté.

Si hay algo que caracteriza el estilo de Pablo Albo es su capacidad de imaginar situaciones absolutamente imposibles, pero que él consigue hacer plausibles a partir de un dominio total del diálogo y las situaciones hilarantes. Escrito a cuatro manos con Diego Dutra, el texto denota una larga experiencia como narrador oral, que le permite jugar con el lenguaje y las repeticiones para aumentar la
comicidad de las situaciones.

Apropiado para primeros lectores, pero también muy recomendable para leer en voz alta, el texto
engancha desde las primeras líneas. De final abierto, seguro que dejará al lector o lectora con ganas
de saber más de nuestro pingüino protagonista y que conseguirá despertarle el gusanillo de la lectura.
Las simpáticas y estilizadas ilustraciones de Christian Inaraja nos hacen empatizar enseguida con
Diego, el pingüino protagonista, y con todos sus compañeros de aventura.