En 1997, C.A.L. Press publicó mi Anarquía después del izquierdismo, que tomó la forma de una refutación punto por punto (o ojo por ojo) del Anarquismo Social o Anarquismo de Estilo de Vida de Murray Bookchin: An Unbridgeable Chasm (A.K. Press [¿quién si no?] 1996). En el transcurso de la redacción, que me ocupó dos meses en 1996, tuve ocasión de consultar algunos libros anteriores del director emérito, ya que estaba seguro de que estaba contradiciendo la mayoría de sus posiciones anteriores. Y así era. Lo que sólo su círculo íntimo sabía entonces es que Bookchin había renunciado en privado al anarquismo en 1995 (véase la página web sobre «comunalismo» mantenida por los acólitos que le quedaban, www.communalism.org). Cuando, en el libro, demostré que Bookchin no era anarquista, los izquierdistas me fustigaron por mi «purismo». Ahora guardan un discreto silencio.

De forma más o menos inesperada, este libro me dio la oportunidad de desarrollar mis propias ideas, algunas de las cuales encuentran aquí su primera o más plena expresión, e influyen en mi futura orientación. Aquí es donde llegué a la conclusión de que el rechazo de la democracia es la tarea más importante para los anarquistas contemporáneos.