La ciudad de los hoteles vacíos narra el desconcierto de un emigrante chileno en USA. Pero no desde la perspectiva habitual, es decir, desde fuera, si no desde dentro. El narrador pisa el mismo charco de la decepción, sólo que con un paso más leve, porque sabe que acabará salpicando, tarde o temprano. El sueño americano no da, desde hace mucho, ni para una siesta corta. Y si eres un eterno extranjero, has de dormirla con un ojo abierto, por si acaso.  

Cuando me preguntan cómo escibe Gonzalo Baeza, digo siempre que es uno de los muchos tipos que ha leído a Carver y uno de los pocos que lo entendió.