Los debates recientes a propósito de las poolíticas de entrada y permanencia de extranjeros y los conflictos derivados de la presencia masiva de sin papeles en los países de la Europa comunitaria ponen en cuestión la posibilidad misma de mantener bajo control los flujos migratorios con destino a los países industrializados. Resulta cada vez más evidente que la regulación de esas corrientes de inmigrantes no sólo no es eficaz, sino que tampoco resulta satisfactoria por lo que hace al respeto a los derechos humanos. Cabría preguntarse qué resultaría más problemático, si abrira las fronteras a la inmigración o mantenerlas cerradas como hasta ahora. ¿Qué va a ocurrir en un futuro próximo si las sociedades desarrolladas continúan requiriendo mano de obra no cualificada y necesitan atraer nuevas oleadas de trabajadores extranjeros? ¿Qué efectos desestabilizadores a nivel social o cultural podría esperarse de una liberalización de los movimientos migratorios? ¿Hasta qué punto puede sostener Europa el dogma de la impermeabilidad de sus límites? Este libro plantea una cuestión esencial: en un mundo por el que se mueven con libertad los capitales, los bienes, la información, las ideas…, ¿por qué se impide la extensión de esa lógica de la libre circulación a los seres humanos? ¿Qué nuevos escenarios cabe esperar de una apertura definitiva de las fronteras europeas? Y, como contrapartida, ¿qué puede llegar a pasar en Europa si ésta mantiene sus políticas restrictivas con respecto a la inmigración?