El grupo de consumo responsable de Cambalache lleva doce años funcionando de manera semanal. En este tiempo hemos organizado la preparación y recogida de entre treinta y cuarenta cestas durante más de seiscientas semanas; con ellas apoyamos la producción local de alimentos agroecológicos en Asturies y establecemos vínculos directos entre consumidoras y productoras. El grupo nunca hubiera sido posible sin una relación de confianza y apoyo mutuo con nuestras productoras locales. Muchas de ellas, la mayoría, están con nosotras desde el principio. En este camino juntas hemos compartido espacios de debate y formación, y hemos aprendido de su forma de hacer y estar. Todo ello desde la complicidad del trabajo cotidiano y la idea de compartir un análisis político sobre la situación del medio rural asturiano.
¿Por qué tenemos la necesidad de explicar esto? Porque hace unas meses decidimos romper esa relación de apoyo con uno de los productores del grupo. La decisión se tomó en asamblea tras leer un texto que el productor colgó en el blog de la organización a la que pertenece, CNT Oviedo. No queremos entrar a valorar aquí los contenidos del texto, pero sí explicitar que se enmarcan en la línea del neomachismo, es decir, la de aquellos que pretenden no ser machistas (o incluso se denominan feministas) para, a continuación, atacar los feminismos y a las feministas.
Nosotras no podemos, ni queremos separar las identidades políticas de nuestro proyecto. Trabajamos de forma transversal el feminismo, las migraciones y la agroecología. Unas veces nos sale peor y otras mejor, pero no entendemos unas sin las otras. No podemos ser antirracistas sin ser feministas. No podemos ser feministas sin luchar por la soberanía alimentaria. Por tanto, la decisión que hemos tomado es nuestra respuesta a dicho texto.
¿Por qué decidimos hacer pública nuestra decisión? Porque estamos cansadas de que los discursos y actitudes machistas se critiquen con la boca pequeña o no tengan consecuencias, incluso en nuestros espacios colectivos. No queremos hacer pedagogía feminista todo el tiempo. Podemos acompañar y compartir espacios de debate, pero hay necesariamente una labor de reflexión que nuestros compañeros tienen que emprender por sí mismos. Para nosotras, ser feministas es un trabajo constante; para vosotros, debería serlo también.
Estamos hartas de tener que explicarnos por esta decisión tomada en asamblea, de tener que justificar por qué respondemos con actos además de con palabras. Y, aún así, lo hacemos con este texto por última vez.
Cualquier persona tiene la libertad de escribir lo que considere oportuno y difundirlo por internet. Nosotras tenemos la libertad de decidir con quién compartimos nuestros espacios. Queremos que Cambalache sea un espacio en el que nos sintamos seguras y trabajemos desde relaciones de confianza y apoyo mutuo. En este caso, esas relaciones ya no existen.
Seguiremos tejiendo redes de apoyo con otros colectivos feministas.
Seguiremos trabajando para lograr que un día todos los espacios sean seguros para las mujeres pero, mientras tanto, también seguiremos creando espacios sólo para nosotras.
Seguiremos exigiendo con hechos, además de con palabras, que nuestro colectivo sea uno de esos espacios seguros.
Cambalache