Centros de Internamiento de Extranjeros. Especificidades de Género en el Cie de Aluche (La Madeja nº 1)

Alejandra Calvo Martínez,
Cristina Regodón Fuertes.
Ferrocarril Clandestino


Dentro de las ciudades hay «lugares» en los que la libertad de movimiento e incluso los derechos básicos de las personas quedan condicionados por la ciudadanía o la carencia de ella. Son nuevas fronteras (internas) entendidas como forma de control selectivo de los que parecen no pertenecer a ese lugar. Tanto en el momento actual como durante la creación de los Estados-Nación, siempre han sido dispositivos que marcan una línea.

Nos encontramos con la perversidad de un sistema que parece estar creado para
amedrentar, criminalizar y castigar con la medida penal del encierro a personas que sólo han cometido una falta administrativa.

Podemos distinguir en nuestra ciudad diferentes formas de exclusión/inclusión. Una escena tan cotidiana como salir del metro, estar en un bar o ir a hacer la compra puede no ser tan convencional y acabar en una detención y en un posterior encarcelamiento. Dentro de estas fronteras internas nos encontramos quizás con la forma más brutal de las mismas en la figura de los Centros de Internamiento de Extranjeros, CIEs. Su existencia legal data, en nuestro país, de 1985, pero no fue hasta 1999 cuando se creó una norma legal que los regulase.

Los CIEs se definen como establecimientos públicos de carácter no penitenciario, donde se retiene, por un plazo de hasta 70 días, a las personas extranjeras en situación irregular identificadas en la calle, en espera de la deportación. Aquí nos encontramos con la perversidad de un sistema que parece estar creado no sólo, como indica la norma, para ejecutar una medida cautelar contra aquellas personas con orden de expulsión, sino para amedrentar, criminalizar y castigar con la medida penal del encierro a personas que sólo han cometido una falta administrativa, no penal: no tener su documentación regularizada.

Los poderes públicos tratan de mantener la opacidad sobre lo que ocurre dentro de los CIEs. Es difícil encontrar datos estadísticos de la Administración sobre la ocupación de estos centros, los motivos del internamiento o las expulsiones ejecutadas. Los pocos datos de los que dispone la opinión pública provienen de informes del Defensor del Pueblo, artículos de prensa, de los informes recabados por distintas organizaciones sociales, ONGs1, etc. y algunos datos aislados de la policía.

La combinación de elementos de arbitrariedad y confidencialidad dan lugar a la impunidad, que caracteriza los abusos cometidos dentro del mismo. Estas agresiones violan los derechos fundamentales y constitucionales de estas personas que, no olvidemos, se encuentran bajo tutela del Estado español.

Especificidades de las mujeres en el CIE

Resulta imposible abordar la realidad de las mujeres en el CIE sin tener en cuenta la perspectiva de la interseccionalidad de las discriminaciones que sufren. Se denomina Interseccionalidad a la teoría que propone y examina cómo diferentes categorías de discriminación, construidas social y culturalmente, interactúan en múltiples y, con frecuencia, simultáneos niveles, contribuyendo con ello a una sistemática desigualdad social2.

Esta interseccionalidad de la discriminación sufrida por las mujeres migrantes tiene su expresión física en el CIE3, siendo las retenidas las que se llevan la peor parte en el reparto de espacios: sus celdas se ubican en la planta baja del edificio, lo que hace que sus ventanas (con rejas) tengan una visión limitada. Esta posición del módulo de mujeres supone también un aumento de los niveles de humedad y frío que sufren. De la misma forma, las mujeres internas en el CIE de Aluche tienen un patio notablemente más pequeño que el de los hombres y mucho menos accesible. Habitualmente, y dada la prohibición de salir de las celdas de noche, las internas tienen que hacer sus necesidades en bolsas que cuelgan de sus ventanas, y que al menor golpe de viento caen a su propio patio que, a diferencia del de los hombres, no es limpiado nunca.

A esto se pueden añadir otras terribles condiciones de higiene con las que las autoridades del CIE someten y deshumanizan a los internos e internas. Por ejemplo, el hecho de que las mujeres carezcan del material higiénico femenino básico (compresas, tampones, etc.) es otra de las imágenes habituales que nos encontramos dentro. Y es que, cuando se convierte a una persona en un número, se deja de atender a su condición humana y, por ende, a su género. Prueba de ello es que los miembros del Cuerpo Nacional de Policía que gestionan el módulo de mujeres son en su mayoría hombres. Teniendo en cuenta que hasta hace poco no había puertas en los baños del CIE de Aluche, es posible baremar en su justa medida la existencia de estrategias de humillación y cosificación sistemáticas.

Por otro lado, pero en el mismo sentido, un embarazo en un Centro de Internamiento de Extranjeros, es una situación indeseable a la luz de cualquier tipo de prescripción facultativa –médica, psicológica, etc.−, lo que desencadena, en ocasiones, la pérdida del embarazo. Son comunes los casos de mujeres internadas tras el parto y en el período de lactancia que se han visto separadas de sus hijas, con la consiguiente situación de desgarro emocional y la total vulneración de los derechos de la madre y la hija.

A modo de conclusión

El tono de denuncia inevitable al describir la realidad de las «internas» y los «internos» del CIE de Aluche se construye desde la indignación más absoluta al constatar que esto ocurre dentro de esas fronteras que tanto se defienden desde la Unión Europea como guardianas de la seguridad, la paz y los derechos humanos. Nada más lejos de la realidad. No creemos que mejorar las condiciones existentes en estos centros sea la solución. Abogamos por el cierre de los CIE, Guantánamos Europeos, que humillan, criminalizan y echan por tierra todos los derechos que por ser personas nos son inherentes.

1 Informe CEAR, Informe Ferrocarril Clandestino, SOS Racismo y Médicos del Mundo y los Informes Anuales del Defensor del Pueblo.

2 BROWNE, Irene-MISRA, Joya (2003), «The Intersection of Gender and Race in the Labor Market», Annual Review of Sociology.

3 Nos referimos al CIE de Aluche en Madrid.