Voces rebeldes (La Madeja nº 1)

Melania Fraga

¿Cuántas veces nos hemos sorprendido tarareando alegremente una canción con letra machista, racista o en el mejor de los casos absurda? Entre ritmos pegadizos se nos olvida que las canciones forman parte de nuestro imaginario, de nuestra tradición oral, que crean la realidad. En su mayor parte sitúan a las mujeres como objetos dependientes del amor de un maltratador o como sujetos de consumo. «Sin ti no soy nadie», «te quiero más que a mi vida», «si me pega me da igual, es natural», «tendría que cogerte, desnudarte, pegarte y luego violarte»… son sólo un pequeño ejemplo de lo que podemos encontrar en la amplitud de estilos musicales.

Afortunadamente existen proyectos que demuestran que no es necesario denigrar a las mujeres para hacer música de calidad y pegadiza.

Voces Rebeldes es uno de esos ejemplos que tiene como objetivo, a través del Hip Hop, mostrar la oposición de jóvenes al sistema económico y social que los margina en la periferia de diferentes ciudades del mundo. Porque la música sobrepasa las fronteras del capitalismo uniendo proyectos artísticos.

 

Este proyecto, en el que participan raperos y raperas de Cuba, Argentina, Venezuela, Bolivia y Senegal, se articula en torno a un documental y una exposición fotográfica realizada por Oriana Eliçabe, promotora del proyecto que produce Piraván. Hablamos con ella.

¿En qué contexto nace Voces Rebeldes?
«Quería enseñar la realidad de los países que no salen en la prensa o que cuando salen es para demonizarlos. A través del Hip Hop, muy arraigado en las clases populares, las y los raperos cuentan sus realidades».

¿Cómo es el trabajo de seleccionar a raperos/as para participar, qué os interesa de ellos/as?
«Los raperos y raperas no fueron seleccionados por su gran puesta en escena, ni su producción, ni fama. Lo que interesaba es que las letras fuesen reflejo de sus luchas, no sólo sobre un escenario sino también en sus barrios, ya que su lírica es fruto del contacto directo con las necesidades que se generan en los mismos. A pesar de ello, la calidad artística es muy elevada. Amplifican la voz de su comunidad a través de acciones directas no violentas, a través de sus canciones. El proyecto Voces Rebeldes es una plataforma para continuar esa lucha.

Propuse como objetivo el dar espacio en cada país por lo menos a una rapera o grupo integrado por mujeres, porque en la lucha del Hip Hop también es importante que las mujeres artistas estén representadas, ya que no siempre lo están.

También vimos lo mucho que enriqueció al proyecto el integrar artistas de África, de Senegal en concreto. Muchos de los participantes latinoamericanos no tenían conocimiento de las realidades y necesidades de las y los jóvenes africanos y viceversa».

 

En sus letras anticapitalistas, ¿se tenía también clara la lucha «antimachista»?
«Sí, sobre todo en el caso de las raperas, esa es una de sus luchas dentro de un movimiento que tiende mucho al machismo. Aunque en el caso de los raperos que participan del proyecto, el tema de los géneros también está presente. Fue curioso que la noche en la que se conocieron los participantes, en una de las habitaciones del hotel, hubo una larga discusión sobre este tema. Fue muy interesante el debate, algún día espero poder editar ese material de vídeo».

¿Qué posibilitó el proyecto?, ¿qué espacios creó o abrió?
«El proyecto duró tres años, aunque aún no está cerrado, el grupo creó una red que trabaja y comparte inquietudes. Propició que un montón de realidades dispersas se conocieran. La lucha de los artistas se fortaleció: el ver que hay personas en tantos países trabajando como tú te hace no sentirte solo.

El momento cúspide del proyecto se produjo en Gijón, en los encuentros de Cabueñes de 2009, eso nos dio la oportunidad de juntarnos físicamente, muchos tenían contacto a través del proyecto pero no se conocían cara a cara. La mayoría era la primera vez que salían de su país. Aquí se comenzó a componer un rap colectivo que luego se grabaría en otro encuentro en Barcelona. El hecho de que el proyecto fuera colectivo enriqueció las realidades de los participantes».

¿Hacia dónde va esta experiencia?
«Ahora el proyecto, aunque esté en standby, sigue nutriéndose a través de su blog. Además, contamos con la colaboración de la radio libre Rimas Rebeldes, ubicada en una fábrica recuperada en Argentina».